La Agricultura Urbana es una alternativa para poder cambiar la alimentación y el estilo de vida en las ciudades. Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la FAO, el apoyo y la promoción de la Agricultura Urbana es uno de los objetivos principales en este siglo. Pero los Huertos Urbanos son un instrumento muy útil no sólo en este aspecto, sino que además debemos añadir aspectos educativos, medioambientales, sociales y económicos que contribuyen a mejorar el bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos.
Entre la alta tasa de desempleo que nuestra ciudad sufre, y un creciente número de jubilaciones, el vecindario de Alcorcón se enfrenta, entre otros muchos problemas, a la necesidad de llenar de contenido al tiempo libre del que ahora disponemos. Una posibilidad nada desdeñable y que ya ha sido puesta en práctica en cualquiera de las múltiples posibilidades en que se presenta, es la creación de un huerto propio que, a la vez de contribuir a la soberanía alimentaria, provea de frutas y hortalizas frescas a sus promotores.
Basta con un pequeño balcón para instalar un bancal para consumo propio y empezar a disfrutar del beneficio de contribuir a la economía familiar con el cultivo de productos locales que, entre otras ventajas, contribuyen al ahorro energético al no necesitar de transportes a grandes distancias, lo que igualmente evita el uso de conservantes y pesticidas peligrosos para la salud.
Nuestra ciudad cuenta con “grandes superficies” para llevar a cabo este tipo de experiencias, destacando entre ellas por su perfecta ubicación, las azoteas y terrazas comunes que culminan una buena parte de los edificios en que habita el vecindario de Alcorcón.
La adaptación a cada uno de los espacios disponibles y el correspondiente cálculo de resistencia de forjados, muros y pilares de los edificios, deben ser tenidos en cuenta para que las actuaciones no supongan en absoluto riesgo alguno. Personal autorizado por el ayuntamiento, podría asesorar a los vecinos de cada edificio sobre las posibilidades reales de cada bloque.
A los beneficios ya descritos hay que añadir los que se derivan de la ocupación de los vecinos que asuman las tareas y que podrán dividirse los distintos trabajos a realizar. Igualmente el huerto debe tener una función didáctica, sirviendo para que los más jóvenes del edificio, guiados por los promotores de cada unidad, se familiaricen con aspectos tan elementales como es la producción de los alimentos que consumimos.
Por supuesto que, en el caso de un huerto en espacio comunitario, debe contar con la aprobación formal de la junta de vecinos. Una vez superada esta etapa, la comunidad podrá delegar en los vecinos que crea conveniente para que lleven a cabo el proyecto y rindan puntual cuenta al resto de la marcha de la actuación.
Los responsables de cada proyecto, antes de comenzarlo materialmente, deberían contactar con la red de huertos ya en marcha para acceder a consejos de expertos e intercambiar ideas con quienes ya han superado algunos de los problemas que, sobre todo al principio, se puedan presentar. Esto, además, es la excusa perfecta para encontrar en nuestra misma ciudad a personas con las mismas inquietudes.
Una vez exista una red local de huertos urbanos, pueden establecerse negociaciones con suministradores para conseguir a los asociados descuentos de importancia con proveedores de semillas, viveros, libros, compostadoras, productos hortícolas, seguros, etc.
Para ayudar al desarrollo de estos procesos, además del asesoramiento técnico sobre la viabilidad de cada proyecto, el municipio podría conceder microcréditos a muy bajo interés, que permitieran la inversión para la puesta en marcha del proyecto, dependiendo del tamaño, de cantidades que oscilarían entre los 500 y los 1.000 €.
Tampoco son descartables acciones de micromecenazgo, expresión castellana del término inglés crowdfunding, y que no es otra cosa que una cooperación colectiva llevada a cabo por personas que realizan una red para conseguir dinero u otros recursos.
Además de esta propuesta, existe una innumerable cantidad de iniciativas en marcha de todo tipo de huertos ecológicos populares o municipales en terrenos privados cedidos o en suelo rústico, muy abundante tras la estafa de la burbuja inmobiliaria. El Banco de la Tierra de Molina de Segura es una de las múltiples experiencias que ya cuenta con iniciativas similares en otros municipios murcianos y que contribuye a la creación de empleo. Aspe, en Alicante, también trabaja en ese sentido y no hay que descartar la creación de cooperativas agrícolas en terrenos comunitarios en Andalucía y en otras comunidades tan duramente afectadas por el drama del desempleo.
Beneficios de los huertos urbanos:
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Aumento de la calidad de vida de personas desocupadas, muchas de las cuales caen en procesos depresivos por falta de alicientes creativos que poner en práctica. En el caso de las personas jubiladas, la acción pretende llenar de vida los años, facilitando la autoestima de los individuos.
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En el otro extremo, el de los más jóvenes, la acción debería tener un fin didáctico que amplíe a la edad temprana asuntos prácticos de la vida diaria que frecuentemente no se imparten en los planes de educación.
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Favorece el intercambio de conocimientos intergeneracional.
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Es un gran recurso pedagógico para la educación y sensibilización ambiental y nutricional de niños y adultos. Son una herramienta educativa útil para la didáctica de las asignaturas de ciencias en los colegios fomentando la creatividad y la habilidad para enfrentarse a la resolución de problemas prácticos.
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Llegar a sectores de población generalmente desatendidos en la práctica, aunque sean objeto de la demagogia al uso cada vez que se acerca la apertura de las urnas.
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El autoconsumo y la práctica eliminación de insecticidas nocivos y de conservantes en uno de los segmentos más vulnerables de la cadena alimentaria.
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Aunque no en exclusiva, la iniciativa va dirigida fundamentalmente a personas mayores, pero su contenido transversal le daría cabida en los ejes que tratan de medio ambiente, bienestar social, sanidad y alimentación.
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Un huerto comunitario es un lugar de encuentro y convivencia muy útil para la socialización fomentando el trabajo asociativo, la comunicación y la colaboración entre las personas.
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Beneficia la integración social: es muy útil para el bienestar físico y mental de colectivos vulnerables como personas mayores o en riesgo de exclusión social. Además, la práctica de actividades participativas y al aire libre como esta, permite mejorar la integración a personas con discapacidad intelectual.
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Suponen una relajante alternativa de ocio para luchar contra el estrés y el agitado ritmo de vida en las ciudades.
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Los alimentos cultivados en un huerto urbano nos ayudarán a consumir más vitaminas y minerales.
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Ayuda a mejorar el medio ambiente incrementando los espacios verdes en la ciudad y ayudan a disminuir la temperatura ambiental.
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Permite además tener un espacio para compartir con nuestras familias y amigos. Un espacio verde y agradable en dónde podemos trabajar juntos, conversar y relajarnos.
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Nos ayudará a mejorar y complementar nuestra alimentación, a la vez que nos permitirá un pequeño ahorro en el gasto familiar.
¿Qué podemos cosechar un huerto urbano?
Algunos de los cultivos que mejor se adaptan son: Rábano, Cebolla, Lechuga, Zanahoria, Tomate, Berenjena, Pimiento, Pepino, Espinaca, Haba, Fresa y Ajo. También podemos cultivas Judías verdes, Calabacines, Espárragos, Guisantes, Patatas, rúcula, berros y especias y plantas aromáticas.
Actores implicados
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La Administración. En un proyecto a gran escala puede ser muy necesaria su intervención como propietaria de terrenos donde desarrollar un proyecto demostrativo. Además puede ser la entidad reguladora y normativa. Puede dotar al proyecto de presupuesto.
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La sociedad civil. Entidades que pueden iniciar los procesos: Asociaciones y otros colectivos. Pueden ser dinamizadores y gestores de los huertos.
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Los usuarios/comunidades de vecinos. Responsables del mantenimiento y receptores directos de los beneficios.
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Entidades colaboradoras. Pueden ayudar en la formación, difusión y fomento de la sostenibilidad. Se trata de “partners” que pudieran ayudar con dotación presupuestaria al desarrollo del proyecto.
Pasos para la creación de los huertos
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Redacción del Proyecto.
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Establecimiento de un Plan de financiación y Plan de etapas que que incluyan los compromisos que asume cada parte. En cualquier caso, para permitir la implementación y la gestión de las propuestas es muy importante asegurar los fondos económicos y programar un despliegue de las actividades en el tiempo. Estos documentos deberían reflejarse en el proyecto.
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Elaboración de un Plan de uso y gestión de los huertos donde se definan el mantenimiento y gestión de los cultivos y las competencias de los usuarios y las que le corresponden a la Administración según el caso.
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Confección de ordenanza municipal de régimen de usos de los huertos que debe ser aprobada por el Pleno, donde se definan los procesos de adjudicación de las parcelas y los derechos y deberes de los usuarios y de la Administración (en caso de ser iniciativa municipal)
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Implantación de un programa de seguimiento y evaluación del buen estado de los huertos. Es imprescindible promover mecanismos de evaluaciones continuadas que garanticen el mantenimiento de calidad para cumplir todos los objetivos fijados
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